Podemos definir los juegos cooperativos como aquellos
juegos donde los participantes/alumnos
cooperan y se ayudan mutuamente para conseguir ciertos objetivos que son
comúnes dentro del equipo.
De este modo, las
actividades cooperativas en general y los juegos cooperativos en particular
pueden convertirse en un importante recurso para promover y transmitir ciertos
valores dentro del campor de la educación física.
Varios autores resaltan las ventajas de incorporar
actividades y juegos cooperativos tanto en los programas de educación formal
como en los de ocio y tiempo libre.
En este sentido, el canadiense Terry Orlick (1990) primero,
y otros autores después (Brown, 1992; Omeñaca y Ruiz, 1999) , consideran al
juego cooperativo una actividad liberadora ya que:
- Libera de la competición: El objetivo es que todas las personas participen para alcanzar una meta común.
- Libera de la eliminación: Se busca la participación de todos, la inclusión en vez de la exclusión.
- Libera para crear: Las reglas son flexibles y los propios participantes pueden cambiarlas para favorecer una mayor participación o diversión.
- Libera la posibilidad de elegir: Los jugadores tienen en sus manos la decisión de participar, de cambiar las normas, de regular los conflictos, etcétera.
- Libera de la agresión: Dado que el resultado se alcanza por la unión de esfuerzos, desaparecen los comportamientos agresivos hacia los demás.
Un estudio de Steve Grineski (1989) demostró la relación
entre los comportamientos sociales de los niños y e tipo de actividades y
juegos que practicaban en la escuela, tanto en las horas de educación física
como en el tiempo del recreo. Steve llegó a la conclusión que los juegos
cooperativos eran beneficiosos y favorecian la aparición de conductas
prosociales como la socialización en niños con problemas emocionales severos, en
contra de los juegos competitivos y actividades individuales que no promovian
este tipo de conductas prosociales.
Además está demostrado que los juegos cooperativos también
favorecen el sentido de pertenencia a un grupo, es decir, un niño se siente a
gusto e identificado con otros
compañeros, entre los cuales cooperan para lograr un objetivo común. Esto
favorece y ensalza valores como el compañerismo, la solidaridad, igualdad,
participación, empatia, etc.
El autor Fábio Otuzi Brotto (1999), basándose en las ideas de Terry Orlick, realizó una comparación entre los juegos competitivos y los juegos cooperativos destacando así, el papel educativo que realizan estos últimos.
Juegos competitivos
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Juegos cooperativos
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Gracias a la comparación realizada por Brotto (1999), podemos comprobar que los juegos cooperativos tienen un alto nivel educativo y que nos pueden servir de gran utilidad para los niños, ya que estos promueven una serie de valores muy importantes que todos los niños deberían de tener y compartir con sus compañeros y amigos.
Con esto no queremos decir que los juegos competitivos sean malos y perjudiciales para los niños, todo lo contrario; pero en nuestra opinión en estas edades es más gratificante y de mayor utilidad promover los juegos cooperativos ya que así los niños desarrollar valores y capacidades muy importantes en estas edades y que ya son de por vida.